La Mirilla, cuentos de ahora

Todos conocemos de alguna mirilla que nos hemos encontrado en las puertas por la que observamos a través de ella para responder a un llamado o ver de quién se trata.

Se percibe una realidad diferente a través del lente “ojo de pescado” pero nos da la oportunidad también de imaginar más allá de lo que captamos. Crear continuidad a nuestra mirada y la historia que hemos construido, siguiendo una silueta que se esfuma de nuestro campo visual conforme avanza, era parte del juego.

A partir de hoy iré integrando esas historias que me han acompañado a lo largo de mi existencia que datan desde que tengo razón, algunas han sido mencionadas en reuniones de familiares con enorme incredulidad dado que no eran del conocimiento general.

Encontrarás de todo en La Mirilla, desde historias cercanas a la muerte y mi percepción de ellas como las aventuras de un niño que nunca encontró límites en su crecimiento y educación; buen jinete, ávido de experiencias que a temprana edad fueron hazañas personales y muchos poemas selectos que me integran a un amor en el pasado.

Agradeceré sus comentarios a mis historias.

Todos los derechos reservados. Copyright 2018.

Roger Chartier: “El reto pasa por transformar la alfabetización digital en una verdadera cultura universal” | Castellano – La Página del Idioma Español = El Castellano – Etimología – Lengua española

Un excelente artículo de Juan F. Calero que nos deslumbra con la certeza de su narración.

10- Sonetos X, XI y XII

Pablo Neruda

Soneto X

Suave es la bella como si música y madera,

ágata, telas, trigo, duraznos transparentes,

hubieran erigido la fugitiva estatua.

Hacia la ola dirige su contraria frescura.

El mar moja bruñidos pies copiados

a la forma recién trabajada en la arena

y es ahora su fuego femenino de rosa

una sola burbuja que el sol y el mar combaten.

Ay, que nada te toque sino la sal del frío!

Que ni el amor destruya la primavera intacta.

Hermosa, reverbero de la indeleble espuma,

deja que tus caderas impongan en el agua

una medida nueva de cisne o de nenúfar

y navegue tu estatua por el cristal eterno.

Soneto XI

Suave es la bella como si música y madera,

ágata, telas, trigo, duraznos transparentes,

hubieran erigido la fugitiva estatua.

Hacia la ola dirige su contraria frescura.

El mar moja bruñidos pies copiados

a la forma recién trabajada en la arena

y es ahora su fuego femenino de rosa

una sola burbuja que el sol y el mar combaten.

Ay, que nada te toque sino la sal del frío!

Que ni el amor destruya la primavera intacta.

Hermosa, reverbero de la indeleble espuma,

deja que tus caderas impongan en el agua

una medida nueva de cisne o de nenúfar

y navegue tu estatua por el cristal eterno.

Soneto XII

Plena mujer, manzana carnal, luna caliente,

espeso aroma de algas, lodo y luz machacados,

qué oscura claridad se abre entre tus columnas?

Qué antigua noche el hombre toca con sus sentidos?

Ay, amar es un viaje con agua y con estrellas,

con aire ahogado y bruscas tempestades de harina:

amar es un combate de relámpagos

y dos cuerpos por una sola miel derrotados.

Beso a beso recorro tu pequeño infinito,

tus márgenes, tus ríos, tus pueblos diminutos,

y el fuego genital transformado en delicia

corre por los delgados caminos de la sangre

hasta precipitarse como un clavel nocturno,

hasta ser y no ser sino un rayo en la sombra.

11-Te quiero porque tienes…

Te quiero porque tienes

las partes de la mujer en el lugar preciso

y estás completa.

No te falta ni un pétalo,

ni un olor, ni una sombra.

Colocada en tu alma,

dispuesta a ser rocío en la yerba del mundo,

leche de luna en las oscuras hojas.

Quizás me ves,

tal vez, acaso un día,

en una lámpara apagada,

en un rincón del cuarto donde duermes,

soy la mancha, un punto en la pared,

alguna raya que tus ojos, sin ti,

se quedan viendo.

Quizás me reconoces

como una hora antigua

cuando a solas preguntas, te interrogas

con el cuerpo cerrado y sin respuesta.

Soy una cicatriz que ya no existe,

un beso ya lavado por el tiempo,

un amor y otro amor que ya enterraste.

Pero estás en mis manos y me tienes

y en tus manos estoy, brasa, ceniza,

para secar tus lágrimas que lloro.

¿En qué lugar, en dónde, a qué deshoras

me dirás que te amo? Esto es urgente

porque la eternidad se nos acaba.

Recoge mi cabeza. Guarda el brazo

con que amé tu cintura. No me dejes

en medio de tu sangre en esa toalla.

Jaime Sabines.

9- Oda la Viento

Wind, Vladimir Kush

Siento como mis manos recorren

el abismo de tu cuerpo, Inmutable.

Relajante e inquieto,

El alma, el aire,

Transitable

Amable…

Se percibe su aroma tranquilo, suave

Incita, Excita

A un comienzo loable

Se busca, se une

Se separa

Vuelve, regresa.

Viento en mis espaldas

Cómo añoro tus palabras en aquella mañana otoñal

Cuando siendo aún rojo y temprano

Invitaste a conversar a tus hijos;

Mas,

Piedad para el que solo creyó oír

Y no sentir

Siete veces siete

El deber de amar en cuerpo y alma

A todo aquello vivo y verde y muerto;

Y hoy te ofrezco, Padre mío,

Mi ser, carne y espíritu

Por la sabiduría de la Paciencia.

Aprender, dijiste…

Mas mi comienzo fue de prisa

Y encontré la soledad,

Negra y vacía y llana,

Experimenté solo, y así quedé.

Por eso, padre mío,

Al recordarte ahora

Con una mujer en mis brazos

Sus caricias sobre mi desnudo cuerpo

Y Júpiter juzgando,

Te siento en mí,

Tangible,

Palpable,

Y juro por Dios,

Que amaré.

8- Podríamos tratar de describir tu cuerpo

Podríamos tratar de describir tu cuerpo, en líneas espontáneas…

Comencemos por la faz, brillante, iluminada del saberse amada.
Tu mirada luego, la gloria para cualquier mortal. Profunda, penetrante, que traspasa e intimida.

Son ojos que descifran cualquier enigma, confunden, enamoran, desnudan; todo aquel que sea mirado, quedará marcado para siempre con su envidiable encanto.
Tu sonrisa ahora, el paraíso alucinado del idiota en la cueva. No hay ni habrá una llamada de atención más impactante que voltear y encontrarme con ella.

Una extensión de tu rostro, que emite una deslumbrante jerarquía de monarca, probablemente egipcia, es tu estilizado cuello.

Miles de rutas surcan tu pecho, aquel por recorrer infinitamente, sediento, en busca del elíxir que me alimenta el alma.

Hombros seductores, desnudos, ébanos articulados que adoro acariciar.

Al reverso, esa área erótica que con solo rozarla uno de mis dedos mágicos se enciende con bullicioso aroma y sudor. Aterrizar mis manos en tu espalda es sin duda mi obsesión matutina.
Brazos de mármol formados, no con cincel pero con caricias de suaves mares, aquellos que añoro tener a mi alrededor, que me asfixien con su fuerte brillo.

Senos perfectos conformados de lava hirviente, mantienen mi pasión perenne en sus islas eróticas cuyos besos acallo hasta la embriaguez de mis sentidos.

Torso delirante, piel aterciopelada, el cosmos que brilla ante un sol incandescente. Es la esencia del ritmo frenético cuando te amo.

Muslos íntegros, más grandes que la imaginación de Fidias, resplandecen con el movimiento de tu vaivén, molesta no poder asirlos cuando se desplazan por el corredor, cuando los besos del pasillo se imponen.

Piernas alargadas, pies oníricos, fuerza de mi caminar cuando te deseo y encuentro.

Y finalmente tus manos, que en este irracional orden son últimas, magia de los sentidos, extensión de los deseos, tu primer contacto con mi ser, desde tiempos ancestrales. Inolvidables para el que las prueba y hechizo para el que las ve, pertenecen desde el inicio del tiempo a mi alma, vibran, mueven hilos, deciden destinos, ordenan destierros y señalan la luz de mi amor.

®Derechos reservados 2016. La Mirilla.

7-Regreso a Ítaca

 Si vas a emprender el viaje a Itaca
 pide que tu camino sea largo,
 rico en experiencia, en conocimiento.
 A Lestrigones y a Cíclopes,
 o al airado Poseidón nunca temas,
 no hallarás tales seres en tu ruta
 si alto es tu pensamiento y limpia
 la emoción de tu espíritu y tu cuerpo.
 Ni a Lestrigones ni a Cíclopes,
 ni al fiero Poseidón hallarás nunca,
 si no los llevas dentro de tu alma,
 si no es tu alma quien ante ti los pone.
 Pide que tu camino sea largo.
 Que sean numerosas las mañanas de verano
 en que, con placer, felizmente,
 arribes a bahías nunca vistas;
 detente en los emporios de Fenicia
 y adquiere hermosas mercancías,
 madreperlas y coral y ámbar y ébano,
 perfumes deliciosos y diversos,
 cuanto puedas invierte en voluptuosos y delicados perfumes;
 visita muchas ciudades de Egipto
 y con avidez aprende de sus sabios.
 Ten siempre a Itaca en la memoria.
 Llegar allí es tu meta.
 Mas no apresures el viaje.
 Mejor que se extienda largos años;
 y en tu vejez arribes a la isla
 con cuanto hayas ganado en el camino,
 sin esperar que Itaca te enriquezca.
 Itaca te regaló un hermoso viaje.
 Sin ella el camino no hubieras emprendido.
 Mas ninguna otra cosa puede darte.
 Aunque pobre la encuentres, no te engañará Itaca.
 Rico en saber y vida, como has vuelto,
 comprendes ya qué significan las Itacas.
  
 Konstandinos Kavafis 

6-No es que muera de amor

  No es que muera de amor, muero de ti....

 Muero de ti, amor, de amor de ti,
 de urgencia mía de mi piel de ti,
 de mi alma, de ti y de mi boca
 y del insoportable que yo soy sin ti.
 Muero de ti y de mi, muero de ambos,
 de nosotros, de ese,
 desgarrado, partido,
 me muero, te muero, lo morimos.
 Morimos en mi cuarto en que estoy solo,
 en mi cama en que faltas,
 en la calle donde mi brazo va vacío,
 en el cine y los parques, los tranvías,
 los lugares donde mi hombro 
 acostumbra tu cabeza
 y mi mano tu mano
 y todo yo te sé como yo mismo.
 Morimos en el sitio que le he prestado al aire
 para que estés fuera de mí,
 y en el lugar en que el aire se acaba
 cuando te echo mi piel encima
 y nos conocemos en nosotros, 
 separados del mundo, dichosa, penetrada, 
 y cierto , interminable.
 Morimos, lo sabemos, lo ignoran, nos morimos
 entre los dos, ahora, separados,
 del uno al otro, diariamente,
 cayéndonos en múltiples estatuas,
 en gestos que no vemos,
 en nuestras manos que nos necesitan.
 Nos morimos, amor, muero en tu vientre
 que no muerdo ni beso,
 en tus muslos dulcísimos y vivos,
 en tu carne sin fin, muero de máscaras,
 de triángulos oscuros e incesantes.
 Muero de mi cuerpo y de tu cuerpo,
 de nuestra muerte , amor, muero, morimos.
 En el pozo de amor a todas horas,
 inconsolable, a gritos,
 dentro de mi, quiero decir, te llamo,
 te llaman los que nacen, los que vienen
 de atrás, de ti, los que a ti llegan.
 Nos morimos, amor, y nada hacemos
 sino morirnos más, hora tras hora,
 y escribirnos y hablarnos y morirnos.

Jaime Sabines.

5- Vuelve

Vuelve muchas veces y tómame

Sensación amada, vuelve y tómame

Cuando se despierta la memoria del cuerpo

Y un viejo deseo cruza de nuevo por la sangre

Cuando los labios y la piel recuerdan

Y sienten como si volvieran a tocar.

Vuelve muchas veces y tómame en la noche,

Cuando los labios y la piel recuerdan.

Constantin Kavafis

4- Seis lineamientos para una vida correcta

  1. Consume conscientemente.

      Come con conciencia y gratitud.

      Detente antes de comprar y ve si respirar es suficiente.

      Pon atención a los efectos de los artículos que consumes.

  1. Haz una pausa. Respira. Escucha.

      Cuando te sientas impelido a hablar en una conversación o una reunión,

      haz una pausa.

      Respira antes de entrar a tu hogar, tu lugar de trabajo o tu escuela.

      Escucha a las personas que encuentras, ellas son Budas.

  1. Practica la gratitud.

      Percátate de lo que tienes.

      Está igualmente agradecido por las oportunidades y los desafíos.

      Comparte la alegría, no la negatividad.

  1. Cultiva la compasión y la amabilidad cariñosa.

      Date cuenta de dónde se necesita ayuda y apréstate a ayudar.

      Considera las perspectivas de los demás profundamente.

      Trabaja por la paz en muchos niveles.

  1. Descubre la sabiduría.

      Cultiva una mente que “no sabe”.

      Encuentra las conexiones entre las enseñanzas budistas y tu vida.

      Mantente abierto a lo que surja cada momento.

  1. Acepta el cambio constante.

Enter in Peace

3-Correspondencia

Hola mi Fer: Que fuerte han sido tus días desde la comida…ni modo, hay unos días más intensos que otros. Que duro lo de tu tía, todo lo que implica una muerte.

Te platico, amo la labor del voluntariado. Si por mi fuera me la pasaría allí. Me encanta la idea de ayudar a alguien a sentirse un poco mejor. Aquí en el hospital he aprendido la importancia de una palabra, un gesto una mirada…En fin todo lo que puede ayudarnos a sentirnos un poquito mejor. Trabajo en el Hospital I. A veces en Mirador (junto al Columbia de tan gratos recuerdos) Y a veces en Santa Cruz. Algunos días estoy en informes, pretendiendo que la gente que llega sacada de onda, ubique dónde quiere ir,  a qué médico busca o que hacer en un caso de emergencia. Donde más me he enriquecido es visitando cuartos tratando de dar algo de mí, de empatía, alegría, consuelo, en fin lo que voy sintiendo con cada enfermo. Eso me llena mucho el alma. Creo que recibo mucho más de la gente que visito que ellos de mí. Siempre he pensado que soy una médica frustrada. Me hubiera fascinado estudiar medicina.

Cambiando de tema y platicándote de mi cotidiano, después de mi labor en el hospital amo bailar. Es una terapia para mí sacar por medio del movimiento y la música los sentimientos. Espero que hoy haya sido un buen día para tí. Me encanta poder platicarte por este medio un poco más de mí. Vamos a ponernos de acuerdo para desayunar. A mí me va bien el fin de semana, ¿cómo andas tú? Te abrazo desde aquí con mucho cariño…

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